jueves, 1 de octubre de 2015

La idiotez del «coaching»

Esta es una lucha perdida desde que el latín fue latín, pero eso no evita que de cuando en cuando haya cosas que me ponen de un humor muy especial.

Llevamos de unos años a esta parte oyendo hablar de los «coach» y el «coaching» y da la impresión de ser algo genial y formidable, total, se trata de ayudar a otras personas, ya sea de grado o previo pago, a mejorar y así alcanzar sus objetivos o colmar sus ilusiones. Obviamente eso no es ninguna idiotez, la formación y el enderezar hábitos incorrectos o descuidados es fundamental para cualquiera.

Lo que es una soberana gilipollez es llamar «coaching» a eso y «coach» a quien lo ejerce. Que si, que los palabros en inglis dan más empaque a las cosas, pero cuando de toda la vida se han usado buenas palabras castellanas como formador, tutor, asesor, supervisor y sus correspondientes formas verbales: formar, tutorizar, asesorar, supervisar, que además implican en cada caso una sutil diferencia de actitud y relación entre pupilo y adiestrador («el que hace diestro», que no es necesariamente sinónimo de domador), querer sustituirlas por algo tan laxo y poco comprometido, como es el «coaching» nos devuelve de nuevo a la bobería manifiesta del colonizado con muy poca personalidad y aún menos memoria, porque no lo olvidemos: todas estas invasiones idiomáticas vienen por una parte desde la pijería exclusivista del que se quiere distinguir a base de rarezas más o menos justificadas, y por otra de la ignorancia del común de a pie, al que no se le ha enseñado correctamente su idioma.

Porque una cosa es importar y adoptar expresiones para conceptos nuevos o que acortan de forma significativa según que denominaciones, y otras cambiar por la tontería de cambiar. Las primeras las acepto y uso, las segundas me resultan de lo más gilipollesco.

Ya se sabe, si los tontos volaran...