martes, 30 de septiembre de 2008

Croquetas y menestras

Ale, Puris, ya sabéis, se acabó el gusto por lo bien hecho y la excelencia en las tareas domésticas. Ya nunca más una croqueta crujiente, una camisa bien planchada, un suelo bien barrido, unos cristales relucientes, muebles y armarios sin una mota de polvo, zapatos ordenados o unas habitaciones ventiladas. A partir de ahora tirad más bien hacia el modo guarro de hacer las cosas no vaya a ser que al gilipollas machista de vuestro marinovio le de por estar encantado de poder convivir con una persona hacendosa y aseada, y por tanto provocar las iras de la señora menestra, que parece ser que le toca el higo eso de que alguien os pueda alabar la maña y el buen gusto.

Vosotras valéis más que una croqueta bien hecha, si hay que comer mierda se come, hay que evitar a toda costa el elogio y la admiración, y si hay que dejar en manos de la contraparte todo el peso de la intendencia hogareña, se deja, no vaya a ser que unas bragas echadas a lavar provoquen un «gracias cari» verraco y genital, y estoy por decir que hasta fascistoide. Si la contraparte quiere la ropa recogida que la recoja con los dientes, y si quiere unas croquetas, unas empanadillas o un huevo frito con puntilla, que se lo fría con los muñones.

Puris, no os dejéis adular, o la menestra os pondrá de cara a la pared. Advierto.