lunes, 3 de noviembre de 2008

ROLLO MACABEO SOBRE LOS EEUU

Las elecciones en EEUU nos afectan como si de las elecciones nacionales se trataran. Vemos en todos los medios periodísticos y televisivos como se diseccionan las posibilidades de los candidatos, se analizan encuestas y se pronostican resultados.
A nosotros, los ciudadanos ibéricos de a pie, nos cuesta entender que no somos norteamericanos, a pesar de la Coca Cola, La Guerra de las Galaxias, Chuck Norris y Microsoft.
Hacemos una errónea comparativa de personalidades con nuestros políticos de turno, identificando a Obama con el progresismo y a McCain con los liberales.
Queremos creer que de ganar uno u otro, nuestra situación personal de país de tercera fila (que no de país del tercer mundo, gracias a Crom) cambiará de manera sensible.
Nuestras simpatías personales bailan un chotis con los candidatos, creyendo que el joven, demócrata y negro se enfrentará al viejo, republicano y blanco.
Creemos en definitiva, que el estado hegemón mundial puede cambiar, en función de a quien se elija en las elecciones de los EEUU. Y que nosotros, desde España y con amor, podemos beneficiarnos e incluso influir en ese cambio.
Y una mierda.
Desde hace ya bastantes años, la asunción por parte de los americanos de que eran la primera potencia mundial, les convirtió en un imperio. No me refiero al concepto de imperio romano, ni al español del S.XVI (si es que existió), ni siquiera al británico del S.XIX. A pesar de las atractivas similitudes, Norteamérica creó su propio imperio particular.
Si pretendió hacerlo de manera consciente o si simplemente se encontró de bruces con él después de la II Guerra Mundial es algo que dejo para los expertos.
En mi modesta opinión, este imperio se basa en tres anclas, aunque admito que pueden existir más: Sistema Económico, Sistema Militar y Sistema Político.
Su sistema económico es el capitalismo. Ha evolucionado a través de los años con diversas fórmulas, en función de sus circunstancias internas y externas, pero sigue siendo capitalista. Lo más importante de este sistema, para mí sin duda alguna, es la aparición de los grandes “lobbys” o grandes grupos económicos de presión. Si son estos, o no, los que dirigen al imperio, en mayor o menor grado, en función de quien presida la casa blanca, es clave para entender el tipo de imperio que es y de que manera nos puede influir a los demás. Este sistema no es perfecto y tiene un incómodo ciclo periódico de aceleración-desaceleración. El sistema se encuentra dentro del mercado, que al globalizarse crea una dependencia tanto interna como externa. Es lógico pensar que el imperio tiene tendencia a controlar el mercado, pero es incapaz de controlar los períodos de crecimiento-recesión. Por lo tanto, tanto el propio imperio como los satélites que lo conforman, tenemos que comernos con patatas fritas los momentos de recesión, con todas sus consecuencias. Y al mismo tiempo disfrutar de los períodos de bonanza y crecimiento, quienes puedan y/o sepan disfrutarlos.
Su sistema militar (incluyendo su central de inteligencia) es la más poderosa máquina de guerra conocida, capaz de desplegarse a cualquier punto del planeta y poseedor y “utilizador” del poder nuclear. Por fortuna, su mando está bastante supeditado al poder político y en teoría está bastante controlado. Tengo que recurrir al cine (por cierto, norteamericano) para poder imaginar su imperio controlado por el sistema militar. Así de pronto se me ocurren: “Teléfono Rojo, Volamos hacia Moscú”, “7 Días de Mayo” y “La Roca”. De todos modos, el concepto de “guerra total” y “rendición incondicional” es norteamericano y proviene del general Grant y del político Lincoln. Su plasmación universal la veríamos con Roosevelt - Truman y la bomba atómica. Su desarrollo y evolución se sufrió en la guerra fría contra el “peligro comunista” (que en muchas ocasiones, efectivamente era un peligro). Ha tenido también distintos resultados, no siempre victoriosos para su sistema militar. La cuestión es que, siempre que ha tenido un enemigo “visible”, su sistema militar les ha funcionado razonablemente bien. Pero cuando ese enemigo “visible” se colapsó a sí mismo, el imperio no supo reaccionar con eficacia. Su enorme red de armamento, información e intromisión se vio, de repente, innecesaria. Y como todas las estructuras capitalistas, tendieron a recortar gastos superfluos. Con lo que quedaron victoriosos (en el ámbito económico) sin haber ganado totalmente en el plano militar y con una super-estructura de inteligencia para el desguace y despiece. Pero como nunca hay descanso para los adversarios del imperio, el enemigo mutó y se transformó en “invisible”, pillando en bragas al imperio. No hay peor enemigo para un imperio que la guerra de guerrillas. Comandos pequeños que se infiltran en tus filas, atacan la línea de suministros y te hacen el mayor daño posible, no solo a tu ejército si no a tu población civil. Cuando la guerrilla se transforma en terrorista, es todavía aún peor. Y cuando ese terrorista no es una nación o grupo concreto e identificable, si no que proviene de una entelequia religiosa fanática, liderada por un millonario y antiguo aliado, escondido nadie sabe donde, financiada por una red fantasmal y seguida por no se sabe cuantos seguidores, el resultado es una pesadilla para el imperio. El contraataque del imperio se produce, al principio, de manera más o menos justificada, invadiendo Afganistán y con una aceptación formal de sus satélites. Pero el imperio pierde el norte y decide invadir Irak, donde, curiosamente, hay petróleo, no como en Afganistán que solo tiene piedras y amapolas (por cierto, estas crecen muy bien).
¿Seguirá invadiendo el imperio, para controlar el flujo de hidrocarburos y para controlar el polvorín (más bien polvorón) de oriente medio?. A saber.
Su sistema Político es la democracia. Esta nos parecerá la más cojonuda o la más chunga, pero es una democracia y la primera después de una revolución. Su sistema electoral federal, por estados, permite elegir a unos compromisarios, que son los que eligen a su vez al presidente. Su particular evolución nos ha dejado un sistema bipartidista, que todos reconocemos como demócratas y republicanos. Y aunque en Europa, la evolución de la democracia nos haya deparado también un bipartidismo cuasi general, en poco o nada se parece a demócratas y republicanos norteamericanos. De hecho, sorprende e incluso causa perplejidad que la primera potencia mundial no tenga, en pleno siglo XXI, un sistema universal de seguridad social, que sí tenga como derecho el portar armas de fuego y que mantenga como vigente la pena de muerte en algunos estados.
No nos engañemos. Si esto es así es porque la mayoría de los ciudadanos norteamericanos quieren que sea así. En ninguno de los dos programas de los partidos políticos está ni la abolición general de la pena de muerte, ni la prohibición de portar armas de fuego ni la universalización de la protección de la seguridad social.
Ahora podríamos caer en el antiamericanismo ramplón del “todos son iguales, todos imperialistas”, acabemos con los yanquis. O también en el caso contrario del clientelismo filo-americano de “son cojonudos”, “ellos sí saben como hacerlo bien”, imitemos a los yanquis.
Después de varios siglos, seguimos siendo maniqueos.
No olvidemos que son una democracia y la democracia impone la mayoría a la minoría. Es así y punto. Se la podrá criticar, por supuesto, pero quien no esté a gusto puede perfectamente escoger Corea del Norte como residencia permanente. O China. No, China no, que se han vuelto “comucapitalistas”. Tampoco comprendo a los que echan pestes de su propio país e idolatran el “paraíso yanqui”. Pues nada, a emigrar a Florida, donde no podrán estar más de dos meses más que como turistas y el resto como ilegales deportables en cualquier momento, por ser spaniards de mierda.
¿Tan difícil es aceptar que somos satélites del imperio, pero con particularidades propias?. A una dirigente socialista, nada sospechosa de filo-americanismo, le he oído decir, textualmente, que considera a los EEUU como país aliado. ¿Aliado contra quien o contra que?.
Tampoco creo que haya que perder la identidad por tener influencia del imperio. En todo caso se transforma. La cuestión es como defender tu propia identidad ante el imperio, sin tener necesariamente que estar ni a favor ni en contra del propio imperio.
También está el asunto de cómo nos ven a nosotros, los ibéricos. Tampoco hay que engañarse. Somos un país satélite (aliado) que forma parte de Europa, de orden menor, por debajo del triple eje anglo-franco-alemán. Nuestra situación no va a mejorar en realidad porque gane uno u otro candidato a la casa blanca. En todo caso habrá mejor o peor álbum de fotos. Me parece bien que uno exprese sus simpatías por uno u otro, pero no por ello va a cambiar el imperio.
Al imperio solo lo pueden cambiar desde dentro, por ser una democracia, o desde fuera, cuando exista una potencia que lo desplace en su sistema económico y/o militar.
Y hoy por hoy, el imperio, nuestro imperio, es el yanqui, aunque muchos de sus ciudadanos nos sitúen en México y a nosotros nos parezca que si gana Obama, sabrán situarnos correctamente en el mapa.
Manuel Nicolás Cuadrado
Man

1 comentario:

Lino Moinelo dijo...

No olvidemos que son una democracia y la democracia impone la mayoría a la minoría. Es así y punto

Una forma demasiado simplista de ver como es una democracia. Según esto, podría darse el caso de que si la mayoría decide que hay que aniquilar a una minoría cualquiera, lo hicieran. Alguno podría pensar que es que esa barbaridad no la van a decidir, pero creo que alguien dijo que una de las cosas infinitas que existen es la estupidez humana.

No. Precisamente lo que distingue a una democracia de otra cosa que no lo sea, es la defensa a ultranza de las minorías. Las decisiones las toma la mayoría, pero son aplicadas al conjunto, no contra una parte del pueblo.

Para lograr esto, los representantes son elegidos de forma diferencia para varios poderes independientes, que son a su vez contrapesados por el judicial. Todo esto es teoría, claro, pero la existencia de un modelo ideal permite tener presente de forma continua, las desviaciones que pueden siempre existir.

Saludos