Ale, unos juegos olímpicos menos. No sé por que estos juegos me han parecido muy raros, además de las horas extrañas a las que se retransmitían las competiciones, demasiadas cosas raras (más allá del dopaje) se han visto como para no dar una mala impresión, lo extraño caso de la clase 49 de vela, gimnastas participando muy por debajo de la edad permitida, gente tirando medallas al suelo... Probablemente estas cosas hayan pasado siempre, pero antes, por mor del espíritu olímpico se procuraban silenciar, pero las televisiones mandan, y tal y como está el patio, hay que vender morbo y escándalos para sobrevivir.
Ahora que se acaba la cosa todos los atletas se van a casa, unos con sus medallas indiscutiblemente ganadas, y otros, con sus trofeos en la mano gracias a una puntuación otorgada por un jurado (esa es la palabra, no jueces ni árbitros)
Nadie en el mundo está en condiciones de discutir las medallas de uno solo de los corredores o saltadores del "Nido de pájaro", o los nadadores del "Cubo de agua" todos ellos han llegado los primeros, saltado más alto o más largo y lanzado los artefactos a más distancia. Se ha fotografiado, medido y cronometrado, se ha podido ver por todo el mundo con perfecta nitidez. Han ganado su medalla, han sido indiscutiblemente superiores al resto de los competidores.
Sin embargo, en los deportes que dependen de un jurado siempre queda la duda de si el trofeo está o no adjudicado con justicia. Prestigio previo, presiones de patrocinadores, luchas subterráneas por el poder federativo, interpretaciones sutiles del reglamento... hay tantos factores inasibles que pueden restar o sumar una décimas decisivas a la puntuación que siempre queda esa sombra de duda. Afortunadamente no es habitual que ocurran sorpresas, además del jurado decenas de expertos comentan las pruebas para los medios de comunicación y casi siempre están de acuerdo con lo valorado, pero tampoco son extraños comentarios amargos respecto al peso específico de unas y otras federaciones nacionales en el inconsciente (o consciente) del jurado.
¿Tienen entonces menos valor unas que otras medallas? No, pero debe resultar incómodo no tener la certeza absoluta de ser superior al rival.
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