Acabo de leer una noticia en El País que seguro que les interesará: la cadena de pago norteamericana HBO, responsable de alguna de las mejores series de ficción de la historia, como Hermanos de sangre, The Wire o Angels in America, está a punto de lanzar una miniserie de siete episodios titulada Generation Kill. La acción al parecer transcurre en el año 2003 en Bagdad y se centra en la experiencias de un grupo de marines. Tratándose de la HBO y de Ed Burns y David Simon, creadores de la mencionada The Wire (una serie que les recomiendo encarecidamente) uno puede suponer dos cosas: la primera es que el tono general será muy crítico con el presidente Bush y la segunda, que la calidad será excelente.
Pero yo no pienso verla. Por la misma razón que no he visto En el valle de Elah (Paul Haggis, 2007) ni Redacted (Brian de Palma, 2007) ni ninguna otra de esas películas ―cuya calidad desconozco― que se han estrenado últimamente para sacar dinero del fracaso norteamericano en esa guerra en la que nadie les pidió meterse. Y no voy a ver Generation Kill (como no he visto a sus compañeras) porque llega tarde, con la popularidad del presidente Bush en horas bajas y cuando otros habían tirado la primera piedra, cuando no hay nada que perder vapuleando a un tipo del que se burlan hasta en su propio partido. Porque los norteamericanos siempre rentabilizan sus derrotas militares en el cine y estoy harto de que me hagan creer que realmente hay “otra América”. Y sobre todo, porque el tema de todas ellas es “¡dios mío, qué mal lo están pasando nuestros muchachos!”. Porque los norteamericanos, desde hace ya mucho tiempo, sólo están dispuestos a ir a la guerra y apoyar a su presidente y colocar la bandera americana en la puerta de su casa si todo el dolor, la muerte y la desesperación se la lleva algún país tercermundista, pero salen corriendo con el rabo entre las piernas al menor asomo de que las cosas se ponen feas para ellos. Entonces, cuando se dan cuenta de que hacer una guerra no es únicamente bombardear fábricas desde veinte mil metros de altura, que antes o después la infantería debe arriesgar la vida (infantes de un ejercito profesional y voluntario, no lo olvidemos, no pobres desgraciados arrancados de sus hogares) es cuando los aguerridos marines yankees vuelven a casa, se pintan la cara y se hacen pacifistas, porque el moro malo les ha hecho pupita. No porque sean realmente pacifistas, sino porque creían que les enviaban a un desfile, o quizá a una película de John Woo donde el protagonista pega muchos tiros y nunca recibe ninguno y se encontraron con que los iraquíes no se dejan matar a cámara lenta.
No se confundan. No esperen ver ninguna película norteamericana que trate del desastre y el caos en el que ha quedado sumido Irak por culpa del presidente Bush y la nación que, sin oposición ni condiciones, le apoyó. Eso que les venden como pacifismo no lo es. No es más que el lamento de una panda de soldados de mantequilla, de una nación sin alma y sin coraje, lamentándose porque la guerra no es otro bello espectáculo de Hollywood.
7 comentarios:
Ya te digo, payo. El mejor ejemplo de esto que pones fue aquella acción desastrosa en Mogadiscio. Lo acojonante del asunto es que Ridley Scott, que cuando quiere puede ser también un patán, va y hace de una derrota extrañísima (solo 15 yankis muertos por 1000 somalies fallecidos) una batalla épica sin parangón, poniendo a sus "chicos" (otros patanes chapuceros) como valientes héroes y a los cascos azules ¿pakistanies? como unos malvados cobardes por no ir a pegar tiros a una escaramuza que era exclusivamente responsabilidad de una fuerza expedicionaria que iba de por libre.
Lo dicho, unos genios para convertir derrotas vergonzantes en gestas épicas.
Lo de Mogadiscio es un ejemplo excelente. La peli trata de lo mal que lo pasaron los soldados americanos (cosa que nadie duda, tuvo que ser jodido), y no de los muchísimos somalíes que murieron, ni de los padecimientos de Somalia.
Siempre pensé que, muuuuy en el fondo, en la sociedad americana había algo que realmente merecía la pena. Pero cuando ví que reelegían a Bush (el presidente más votado de la historia del país) me dí cuenta de que es falso. Lo de la America buena es tan falso como lo de Superman.
Estoy y no estoy de acuerdo con vosotros. Los EEUU son el estado hegemón que nos ha tocado vivir. De hecho esto es así desde 1945, más o menos.
Si hubieran preguntado a los Holandeses protestantes o a los aztecas que opinaban sobre los españoles en el siglo XVI opinarían casi lo mismo que opináis vosotros.
En cuanto a la hipocresía y rentabilización de la industria del cine en temas de "guerra", estamos ante un estado hegemón que es esencialmente capitalista y protestante, independientemente de si es republicano o demócrata. O es que me váis a decir ahora que Bryan de Palma es socialdemócrata.
Lo que quiero deciros es que cada estado hegemón pone las normas y se lame el cipote lamentándose cuando puede o quiere. Desde Roma hasta Gengis Khan.
Os recuerdo que el desatre de Mogadiscio se produjo bajo el mandato de Clinton (y el bombardeo de Belgrado).
Y yo veré esta serie, porque me gusta como hacen cine los americanos, independientemente de su ideología. Por muy cabrones que sean lo que hacen lo hacen bien. Bueno, "algunos lo hacen bien". Pero los algunos son muchos comparados con lo que rula por aquí, por ejemplo.
Y sí, soy un puto fascista de mierda al que le gustó "murieron con las botas puestas".
Y vosotros unos rojelios.
El caso es que tampoco hay que ser tan duro con los yankis, total, el calendario de festivos está lleno de derrotas que se celebran como si fueran victorias: mírese el mismísimo Dos de Mayo. Los franchutes dejaron el culo de los madrileños como un bebedero de patos y mira lo contentamente que se celebra, o la Diada, que también celebra otra derrota sonada.
Lo que yo reprocho a los americanos no es que sean el imperio moderno, porque alguien cumple ese papel siempre, ni siquiera que intenten maquillar las derrotas con una dosis de épica. Les reprocho que quieren el poder, pero no la responsabilidad que lleva consigo. El americano medio quiere que su pais sea el mejor y gane todas las batallas, pero sin un solo muerto. Son patriotas de pacotilla. Se creen que la guerra es una película.
Y encima, cuando pierden una guerra, nos quieren hacer creer que nadie la quería. Nadie se opuso a la invasión de Irak. Nadie alzó la voz ni se manifestó ni siquiera puso cara rara. Todos apoyaron al presidente Bush porque creían que iba a ser otro paseo militar como la primera. Y se han puesto la careta pacifista porque han muerto ¿cuantos? ¿cuatro o cinco mil soldados americanos? En Annual murieron tres veces más, sólo en una batalla. O en Insaldwana. Se lloraba a los muertos y se preparaba el contra ataque.
Desde la famosa frase de Clausevich “la guerra es la continuación de la política con otros medios” las cosas han cambiado mucho y el horror que causa ver a los propios soldados ensangrentados y volver casa en trozos empaquetados en bolsas de plástico, no es patrimonio de la sociedad Americana sino de todo el occidente rico y acomodado incluidos nosotros que tenemos un ejército preparado para la paz.
Lejanos quedan los tiempos de Insaldwana donde los combates eran lejanos y la sangre sólo se veía en la letra impresa de las crónicas periodísticas. Hoy el los medios te la meten hasta el fondo de los hogares, la atrocidad real nos amenaza y entonces, temblamos de miedo.
Sólo los que no tienen nada que perder, salvo su sangre no les importa mucho reventar junto con sus enemigos. enemigos.
¡Viva esa gran nación que es los Estados Unidos de América! Los primeros introductores de de la separación de poderes y artífices e inventores de la cocacola, de Hollywood, de la NASA, de Apple, de la música country, de los pantalones de lona tejana, de la bomba atómica (algún día la necesitaremos para evitar la colisión de un asteroide gigante), de la comida tex-mex, del bourbon, de la Harley-Davidson, de Little Nemo y los comics de superhéroes, de los musicales de Boradway, del rayo láser, del pararrayos, de la telegrafía, del plástico, de la bombilla, del ascensor, la cremallera, la imprenta rotativa, el nylon, la lycra y el kevlar, el corazón artificial, House y los Simpson, el ketchup moderno y la hamburguesa.
Publicar un comentario